El viejo marketing interrumpía. Saltaba en medio de lo que el usuario quería hacer: ver un vídeo, leer una noticia, escuchar música. Imponía su presencia sin haber sido invitado.
Ese modelo ya no funciona. El nuevo marketing no irrumpe: se sincroniza.
Escucha antes de hablar. Observa antes de actuar. Se adapta al ritmo, al estado emocional, al contexto preciso de cada persona.
Gracias a la inteligencia artificial, podemos crear experiencias que no se perciban como “publicidad”, sino como parte natural del flujo de vida digital. No para llamar la atención, sino para aportar algo justo cuando se necesita.
Transformación clave:
De la interrupción invasiva a la sincronía empática.
De imponer presencia a generar resonancia.