Muchos profesionales están cambiando su forma de expresarse.
Pero no todos los receptores han cambiado su forma de interpretar.
Y ahí aparece un desafío:
¿Cómo comunicar desde el alma sin parecer confuso?
¿Cómo hablar de propósito sin sonar abstracto?
¿Cómo construir resonancia en un mundo que aún valora la interrupción?
El marketing posthumanista no puede imponer su lenguaje.
Debe invitar sin forzar, sembrar sin aleccionar.
La clave está en crear mensajes con dos capas:
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Una que hable al mundo que conocemos (pragmático, lógico, centrado en objetivos),
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Y otra que convoque al mundo que intuimos (más sensible, consciente y relacional).
 
Ejemplo de estructura de mensaje dual:
¿Sientes que tu estrategia ya no conecta como antes?
Quizá no se trata de decir más, sino de decir desde otro lugar.
Te acompaño a alinear tu comunicación con tu propósito, sin perder claridad ni impacto.”
Este tipo de lenguaje mantiene los pies en el presente, pero siembra semillas del futuro.
Porque el verdadero cambio narrativo no impone: transforma suavemente la forma de mirar.