Marketing Digital Posthumanista nace como respuesta a esta pregunta. Este no es un blog de herramientas ni de tácticas para captar atención. Es un espacio para comprender cómo comunicar valor en una época en la que el trabajo se transforma y los mensajes ya no pueden ser vacíos. Aquí exploramos una nueva ética del comunicar: basada en la energía cognitiva, en el impacto significativo, y en la necesidad urgente de alinear lo que hacemos con lo que somos. Este blog es para quienes quieren dejar de repetir fórmulas y empezar a generar sentido.

Casos aplicados

En la sección de 'Casos aplicados' reunimos ejemplos reales y adaptados de cómo puede expresarse y promocionarse un profesional en la era del marketing posthumanista. Aquí no buscamos fórmulas, sino coherencia. No se trata de decir más, sino de decirlo mejor. Cada caso es una invitación a alinear la comunicación externa con el propósito interno, y a cultivar vínculos auténticos más allá del impacto.

Aprender del error ajeno: cuando las marcas tropiezan con la IA

En su afán por innovar, muchas marcas han adoptado la inteligencia artificial como un atajo hacia la eficiencia, la viralidad o la personalización extrema. Pero a veces, la velocidad supera a la reflexión, y el resultado no es un avance, sino un tropiezo.


Uno de los casos más paradigmáticos fue el de una cadena global de moda que implementó una IA generadora de descripciones para sus productos. El sistema, entrenado con datos sesgados, comenzó a asociar automáticamente ciertos estilos con grupos étnicos o sociales, cayendo en estereotipos ofensivos. El error no fue técnico, sino ético. Nadie revisó el filtro humano. Nadie cuestionó si los datos que alimentaban a la IA reflejaban valores justos o simplemente repetían prejuicios del pasado.

Otro ejemplo más reciente: una empresa del sector salud usó IA para responder consultas de clientes. En un momento delicado, un usuario con síntomas graves recibió una respuesta automatizada sin matices ni contención emocional. El escándalo fue inmediato. La falta de empatía, de contexto, de humanidad, mostró el límite de la automatización descontrolada.

Estos casos no condenan la IA, pero sí exponen una verdad: la inteligencia artificial no sustituye el juicio humano, lo amplifica. Si no hay conciencia detrás, amplificará inconsciencias. Si no hay ética, amplificará errores.

En el marketing posthumanista, no basta con saber lo que una IA puede hacer. Hay que preguntarse qué debe hacer y qué no. La tecnología debe estar al servicio de una comunicación más consciente, no de un poder impersonal que desconoce las consecuencias.

Aprender del error ajeno es una forma de inteligencia. Pero evitar repetirlo, exige algo más: integridad.