Durante décadas, el marketing convirtió a las personas en perfiles, segmentos y patrones de consumo. Se les asignaron etiquetas, puntuaciones, niveles de conversión y recorridos predecibles. Pero en ese proceso, algo esencial se perdió: la dimensión humana.
El error no fue usar datos, sino creer que esos datos lo decían todo. El marketing posthumano nace como respuesta: no busca controlar deseos, sino co-crear significado. En este nuevo paradigma, los algoritmos ya no dictan estrategias; las afinidades cognitivas y éticas trazan el camino.Ya no hablamos de targets, hablamos de resonancias.