No basta con diferenciarse.
Hace falta tener el coraje de incomodar.
Hace falta tener el coraje de incomodar.
Porque en un mundo saturado de verdades tibias,
las marcas que se atreven a nombrar lo que arde
son las únicas que generan verdadero fuego.
El nuevo coraje no es gritar más fuerte.
Es susurrar lo necesario
aunque te cueste aplausos, métricas o contratos.
Las audiencias no quieren que les vendan algo.
Quieren que alguien les diga algo verdadero.