La amenaza de la IA no es que piense mejor.
Es que piense igual que tú,
solo que más rápido, más barato y sin dormir.
Es que piense igual que tú,
solo que más rápido, más barato y sin dormir.
El riesgo no es perder el trabajo.
Es perder el valor de lo irrepetible.
Porque si todo lo que haces puede ser aprendido,
entonces todo lo que eres puede ser clonado.
La única defensa no es la técnica.
Es la singularidad.
Es ser eso que ni el mejor algoritmo puede anticipar:
una anomalía con alma.