Vivimos obsesionados con saber más.
Más datos.
Más fuentes.
Más análisis.
Más fuentes.
Más análisis.
Pero… ¿para qué?
Cuando el conocimiento no va acompañado de acción,
se convierte en un refugio.
Cuando se acumula sin propósito,
esconde cobardía.
En esta era, el problema no es la ignorancia,
sino la saturación sin dirección.
El exceso de saber que paraliza
en lugar de iluminar.
Saber no es tener información.
Es tener el coraje de hacer algo con ella.