No basta con invitar a más personas a la mesa
si la conversación sigue siendo la misma.
si la conversación sigue siendo la misma.
La diversidad real no es estética,
es narrativa.
No se trata de mostrar más rostros,
sino de escuchar relatos que incomodan.
La inclusión es peligrosa para el poder,
porque obliga a reescribir la historia,
no solo a diversificar sus intérpretes.
Un marketing verdaderamente inclusivo
no añade voces como decoración:
permite que esas voces cuestionen
quién escribe el libreto.