El marketing nunca inventó el deseo.
Lo único que hace es darle forma visible a lo que ya dolía en silencio.
Lo único que hace es darle forma visible a lo que ya dolía en silencio.
Un producto no se vende porque sea útil,
sino porque toca una herida cultural.
Porque acaricia una falta que compartimos sin nombrarla.
El verdadero poder del marketing
no está en la persuasión,
sino en la capacidad de diagnosticar vacíos
y presentarlos como oportunidades de pertenencia.
Lo inquietante no es lo que vendemos.
Es lo que revela que estábamos dispuestos a comprar.