Durante décadas, la inteligencia se midió por la capacidad de resolver problemas.
Pero en un mundo donde las máquinas lo hacen mejor, el talento humano se redefine: sentir se convierte en la nueva forma de pensar.
Pero en un mundo donde las máquinas lo hacen mejor, el talento humano se redefine: sentir se convierte en la nueva forma de pensar.
La sensibilidad no es debilidad, es percepción expandida.
Es lo que permite intuir patrones donde otros solo ven datos, y conectar significados donde otros solo miden resultados.
El futuro del talento no será técnico, será sintiente.
La IA podrá replicar decisiones, pero no podrá comprender la emoción que las sostiene.
Y ahí, en ese punto invisible entre lo racional y lo humano, nacerán las verdaderas innovaciones.