Durante años se ha confundido creatividad con originalidad.
Pero crear no es inventar algo nuevo: es ver de forma nueva lo que ya existe.
Pero crear no es inventar algo nuevo: es ver de forma nueva lo que ya existe.
La creatividad posthumanista no se define por la cantidad de ideas generadas, sino por la calidad de la conciencia que las sostiene.
Una mente saturada produce ocurrencias.
Una mente lúcida produce dirección.
La IA puede combinar patrones, pero no puede sentir el sentido detrás de ellos.
Puede acelerar el proceso creativo, pero no puede darle profundidad.
Por eso, la creatividad humana no desaparece: se vuelve más esencial.
Crear es un acto de percepción.
Es reorganizar el mundo interno para reorganizar el mundo externo.
Y en esa alquimia silenciosa reside el verdadero valor creativo: no en lo que se produce, sino en lo que se revela.