En un mundo donde todo se acelera, el lujo ya no se mide en oro ni en metros cuadrados.
El verdadero privilegio del futuro será poder detenerse.
Poder elegir no responder. No competir. No producir sin sentido.
El nuevo lujo es el tiempo consciente, el que se ocupa en lo que importa,
el que no está a la venta ni sujeto a métricas.
Quien posea esa libertad, habrá vencido al sistema sin destruirlo:
habrá trascendido su lógica.
El verdadero privilegio del futuro será poder detenerse.
Poder elegir no responder. No competir. No producir sin sentido.
El nuevo lujo es el tiempo consciente, el que se ocupa en lo que importa,
el que no está a la venta ni sujeto a métricas.
Quien posea esa libertad, habrá vencido al sistema sin destruirlo:
habrá trascendido su lógica.