En el futuro, no solo hablaremos con máquinas.
Aprenderemos a guardar silencio con ellas.
Aprenderemos a guardar silencio con ellas.
Habrá algoritmos que detecten cuándo no responder.
Interfaces que entiendan la pausa.
Sistemas que reconozcan el valor de lo no dicho.
Porque no todo es dato.
No todo es reacción.
El verdadero salto digital no será comunicativo,
será contemplativo.
Y solo entonces
la tecnología dejará de imitarnos
para empezar a comprendernos.