No es la máquina la que quita humanidad.
Es la forma en que decidimos relacionarnos con ella.
Es la forma en que decidimos relacionarnos con ella.
Cada clic puede ser un gesto vacío,
o una oportunidad de cuidado.
Cada algoritmo puede ser un muro,
o un puente.
El humanismo digital no consiste en protegernos de la tecnología,
sino en aprender a usarla para proteger lo humano.
La pantalla no enfría la empatía:
la amplifica si decidimos mirarnos de verdad a través de ella.