Durante décadas nos enseñaron que el profesional valioso
era el más productivo,
el más obediente,
el más dispuesto a demostrar su utilidad.
era el más productivo,
el más obediente,
el más dispuesto a demostrar su utilidad.
Pero la utilidad se copia,
se automatiza,
se abarata.
Lo que nunca puede ser sustituido
es la irremplazabilidad de lo singular.
No eres valioso porque resuelvas tareas.
Eres valioso porque encarnas una mirada
que ninguna máquina ni proceso podrá duplicar.