La innovación que sirve al mercado solo maquilla.
Añade brillo, velocidad, accesibilidad.
Añade brillo, velocidad, accesibilidad.
Pero la innovación auténtica no embellece lo que hay:
lo desfigura hasta que deja de parecer lo mismo.
Es incómoda porque destruye el confort del hábito.
Es temida porque borra jerarquías que parecían eternas.
Es valiosa porque abre un espacio donde antes no existía nada.
Innovar no es perfeccionar.
Es atreverse a crear algo que incluso a ti
te resulte extraño al principio.