El talento ya no es un atributo personal: es un flujo compartido. La idea del genio aislado ha sido sustituida por la del sistema interconectado. En la era de la inteligencia aumentada, pensar juntos es la nueva forma de pensar.
El talento posthumanista surge cuando la colaboración entre personas y máquinas deja de ser una cuestión de eficiencia y se convierte en una cuestión de evolución. Cada mente amplificada por la IA no pierde identidad, la expande. Cada límite técnico se transforma en un umbral creativo.
Las organizaciones que comprendan esto dejarán de medir el valor por productividad y empezarán a medirlo por capacidad de expansión cognitiva. El trabajo dejará de ser ejecución para convertirse en experimentación.
El futuro del talento no pertenece a quienes sepan más, sino a quienes sepan integrar más inteligencias —humanas, artificiales, colectivas o simbióticas— en un mismo propósito.