El trabajo dejó de ser producción.
Ahora es impacto.
Ahora es impacto.
El valor profesional no se mide por tareas cumplidas,
sino por los cambios que provocas al realizarlas.
La automatización no eliminará a las personas que hacen,
sino a las que no transforman.
El futuro del valor no está en la eficiencia,
sino en la significancia:
en cómo tu acción reconfigura el entorno,
aunque sea de manera invisible.
El valor real no se factura.
Se siente.