La proactividad ha sido malinterpretada como velocidad, como anticipación impulsiva del movimiento.
Pero actuar antes que los demás no tiene que ver con rapidez, sino con claridad.
Pero actuar antes que los demás no tiene que ver con rapidez, sino con claridad.
La proactividad posthumanista nace de la lectura profunda del contexto.
No se adelanta por impulso, sino por comprensión: sabe reconocer señales sutiles donde otros solo ven ruido.
Ser proactivo no es moverse deprisa, es moverse con sentido.
Es detectar fracturas, tendencias, oportunidades y amenazas antes de que tengan nombre, no porque uno sea más ágil, sino porque es más consciente.
La prisa construye decisiones fugaces.
La visión construye decisiones inevitables.
En un mundo que confunde urgencia con importancia, la verdadera proactividad se convierte en un acto de lucidez.